Escribir para sanar
- Lucía Beltrán

- 12 ago 2020
- 2 Min. de lectura
Hace poco he descubierto el poder curativo de escribir. Coger una libreta, un boli y empezar a fluir.
Sacar todo lo que llevas dentro, las angustias, pero también tu felicidad. Todo aquello que te inquieta. Que te quita el sueño para bien o para mal.

Este verano he comenzado mi libreta de vida. Escribo todo lo que no quiero olvidar. Y que de alguna manera, al leerla, me anima a continuar. Ahí es donde organizo mis días, escribo mis planes, ideas, sueños (literalmente), influencias positivas y negativas de mi día a día; hablo de personas, proyectos, lugares, valores…
Y es que creo que tengo el secreto. De porqué ayuda tanto. Escribir sana por muchas razones. Pero para mí hay dos que pesan más.
La primera razón es que tu cerebro lee cómo te sientes. Visualiza los planes. Se lo toma en serio. Puedes identificar el problema si sabes describirlo. Todos esos litros de tinta que gastas equivalen a ese peso de los recuerdos que sacas de tu interior.
La segunda es que te cuidas. No sólo a tu yo del presente sino al del futuro -que es quien va a leer todo lo que escribes. Y tras un tiempo, recordar cómo te sentías entonces y cómo estás ahora te hará aprender; y reflexionar.
Ver por todo lo que has pasado. Saber que ya no estás en ese punto en el que estabas. Y que eso significa que te has movido. Y que has seguido cambiando. Avanzando.
Y también puedes escribir a otras personas. Que tengas el placer de que te lean y aprecien tus palabras es maravilloso.
Desde mi experiencia, también puedo añadir que adquieres confianza. Te conoces mejor, te dedicas tiempo, y eso te hace estar más segura de ti misma. Además defines lo que quieres, lo que te importa y lo que no. Aclaras tus valores. Te sinceras.
Sabes que puedes escribir lo que sea. Porque no va a juzgarte. Te va a ‘escuchar’. Y a notar.
Siempre dicen que tu vida es como un libro en blanco y que debes ir escribiendo tú cada página y cada historia, ¿no? A mí me gusta pensar así, sin saber cuándo se acabará, pero sabiendo que cada momento, te va a hacer recordar.
Y leer es el efecto inverso de escribir. Sana. Pero cubre necesidades distintas. Cuando escribes, necesitas ser escuchado. Recordar. Aislarte. Expresarte con claridad. Cuando lees necesitas escuchar. Aprender de alguien. Sentirte acompañado. Olvidar. Echar tu imaginación a volar y escapar.
Escribir es todo lo que necesitas.
Y quererte.
Ver todo lo que tienes dentro.
Ese potencial y esa sensibilidad, etérea.
Como no te vas a querer,
si eres arte.
Como la tinta de gel,
que inviertes cada anochecer
en guardarte bien.
Escribiendo para sanar(te) desde rasmia equipo.
Si necesitas escribir, tienes el correo de la web al inicio de la página, estoy aquí para lo que sea. Si necesitas leer, tienes el blog, y todo el tiempo del mundo.
Cuídate.



Comentarios