20/8/02

Dicen que cuando grabas tus iniciales en la madera de un banco o en el tronco de un árbol, cuando escribes tu nombre en la ventanilla empañada de un coche o en una página en blanco con un boli nuevo, dicen que es por miedo. Por el miedo de ser olvidado.

Buscas que alguien se acuerde del día de tu cumpleaños. Que te pregunten qué tal te salió aquel proyecto que preparaste con tantas ganas. Que digan que esa canción se la enseñaste tú. Que alguien sonría al ver en su álbum las fotos de ese verano contigo. Que te recuerden donde hiciste las cosas bien. Que te llame para decirte que ha llegado bien. Que alguien piense en ti cuando cierre los ojos al acostarse. Que, al volver de lavarte las manos en el restaurante, te digan que te han guardado un sitio a su lado. Que estés presente en los latidos de alguien.

Te tranquiliza saber que tu abuela reza por ti todas las noches. Que la vida es muy larga y que hay tiempo para tener memorias que recordar. Personas a quien felicitar. Preguntas que hacer, y que responder. Canciones por descubrir. Sonrisas que compartir. Huellas que dejar. Llamadas que esperar. Tiempo para echar de menos. Gente con la que soñar. Compañías que cuidar. Etapas que cerrar. Abrazos por dar.

Nombres que escribir. En las ventanillas. En los árboles. En las páginas.

En tus recuerdos.

L.B.